Quien diría que desde muy temprana edad se podían ver claramente los rasgos de lo que sería una vida llena de emprendimientos. Entre las muchas travesuras y cosas que hice para hacer dinero puedo destacar mi primer negocio «significativo» a los 6 años, una «gran» tienda de Limbers. Sí, Limbers, esos jugos congelados, hechos con Kool Aid de diferentes sabores (frambuesa, piña, uva, china y coco), en vasos de plástico desechables de 7 onzas y que se vendían en 15 centavos. Este «gran» negocio me enseño grandes lecciones.
Resulta que como todo negocio exitoso, tuve la oportunidad de hacer algo de dinero (15 centavos por Limber…). Y con el éxito llego la competencia. Un vecino, al igual que yo, comenzó a vender Limbers pero con una estrategia de precios muy agresiva (15 centavos por Limbers de 12 onzas). Con esa estrategia éste me arrebato todos mis clientes y estuve al borde de la bancarrota (eso decía yo a mi madre llorando por las noches). Durante este doloroso proceso le plantee a mi madre bajar los precios o aumentar el tamaño de los Limbers. Ella me prohibió entrar en una guerra de precios y me sugirió utilizar mi creatividad para ver como podía recuperarme de la caída en ventas. Fue ahí donde decidir desarrollar una estrategia de diferenciación. Decidí comenzar a vender dulces. Esta estrategia me funcionó muy bien ya que logré recuperar a mis viejos clientes. Sin embargo estos seguían visitando la tienda de mi competidor para comprar los Limbers por que eran más grandes que los míos y por lo tanto era más valor por su dinero. Como todo competidor este también decidió vender dulces y la competencia se puso más difícil. Fue ahí en donde me di cuenta de que tenía que ser más creativo y que debía emplear una estrategia de diferenciación más agresiva muy difícil de sobrepasar que no pudieran copiar .
Luego de muchas noches «sin dormir» (recuerden que tenía 6 años, el negocio no me iba tan bien y pensaba que me iba a ir en bancarrota) conseguí una conexión a través de mi padre (él era banquero y tenía muchos clientes que le querían mucho) gracias a la cual logré vender en mi casa los famosos helados Payco (algunos recordarán: paletas de fruta, sándwiches de helado, polar bar, barquilla que ricos malteados, ¡Paycos!)
En conclusión, luego de varios meses batallando con un competidor que se copió de mi negocio, me atacó con una estrategia de precios y luego hizo la misma estrategia de diferenciación, conseguí un producto ganador difícil de replicar, un definitivo diferenciador que me permitió volver a mi sitial y a mantener mi negocio por años.
¿Qué aprendí de todo esto?
- En las guerras de precio nadie gana. Debemos proteger nuestra estructura de costos y proteger nuestros márgenes siempre.
- Debemos definir nuestro core competence. Buscar los elementos que nos hacen diferentes, que son difíciles de copiar y que nos hace únicos.
- Debemos rodearnos gente que aporten cosas positivas a nuestra vida como mentores o gente extraordinaria que nos ayuden, nos den los mejores consejos y la claridad en momentos de dificultad.
Me siento enteramente agradecido a mis padres por apoyarme en mis locuras de niño y por darme en mejor consejo y ayuda incondicional siempre.
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